Julio Chevalier,
un hombre con una Misión
El veintiuno de octubre de 2007 celebramos la gran familia de los M¡sioneros del Sagrado Corazón el 100. aniversario de la muerte de nuestro venerado P. Fundador, Julio Chevalier, el hombre enamorado del Corazón de Jesús y de su Madre María, a la que honró con el título de Nuestra Señora del Sagrado Corazón y a cuyo servicio consagró su vida.
Toda vocación es una llamada. Dios llama porque quiere intensificar su alianza, su comunicación y su amistad con una persona concreta, consagrándola para sí.
Pero también llama para una misión determinada, consagrando al llamado para los otros. Ambas cosas están íntimamente unidas, son inseparables.
Julio Chevalier fue un llamado, un hombre con una misión, un hombre que comprendió que Dios le llamaba para intensificar a profundidad la experiencia del amor personal con El a fin de comunicarlo a los hombres. Consagrado para el Señor en la vivencia del amor, consagrado para los demás en la misión de ser testigo del amor.
Chevalier, hombre de temperamento fuerte, constante y tenaz, descubrió la realidad de su llamada en la devoción al Sagrado Corazón, mirando al Jesús-Amor.
aDesde entonces su experiencia personal con el Señor, en el amor vivido, fue cambiando su vida. Con la acción de Dios y las cualidades de su temperamento no sólo se convirtió en un hombre con una misión, sino en el hombre de una idea y de una obra.
Julio tenía una preocupación constante: los males que el hombre sufre. Poseía una idea clara: en una sociedad degradada, llena de sufrimientos, hay que salvar al hombre. Pero, ¿cómo? En el Cristo-Amor descubrió su compasión, su intensa preocupación por la humanidad. Y mientras constataba su propia impotencia, descubría que el Señor que nos ama con corazón humano era el Redentor, el Liberador, la única solución válida. Su propia sensación de impotencia desaparecía con la sensación de que estaba llamado a trabajar como instrumento del amor salvífico de Cristo.
A esta idea central responde su ideal, su obra, a la que se dedicará completamente, convirtiéndose en el Fundador de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús y de las Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, en el inspirador de las Misioneras del Sagrado Corazón, en un constante incitador de nuevos caminos y movimientos de apostolado, en el hombre que honró a María con el título de "Nuestra Señora del Sagrado Corazón". Ciertamente, Dios hace sus obras a través de los sencillos
Para Julio Chevalier, la devoción al Sagrado Corazón era el compendio de toda la vida cristiana. Para él, Sagrado Corazón significaba la persona integral de Cristo mirada especialmente en la profundidad de su personalidad: su AMOR. Lo que más le atraía de Cristo era su compasión hacia la humanidad (en el sentido de padecer-con, sentir-con, estar-con), su misericordia y la figura del Buen Pastor como concreción de ese amor; amor que en Cristo es tierno y misericordioso, comprensivo y generoso, y a la vez fuerte, valiente y constante. Estos aspectos son los que intentó vivir e intentamos vivir los que compartimos su Carisma.
Con Juan, el apóstol, Julio podría exclamar: "Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él" (1 Jn 4,16).
Madre y Maestra