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(CARTA DE UN HIJO QUE NO VA A
NACER)
Mamita, Mamita,
desde esta adorable casita en
que vivo
con todo el cariño del alma te
escribo.
Recibe esta carta dulce
Madrecita
como una plegaria, como una
oración.
soy alguien que al fondo de tu
alma palpita.
Alguien, que es pedazo de tu
corazón.
Floreciste Virgen como los
rosales
y el sol de verano maduró tu
cuerpo
y yo como fruto de tus
esponsales
florecí en tu vientre,
como aquel lucero,
que brilla en las altas cumbres
celestiales
como la promesa del mejor Enero.
Desde aquí te escribo desde aquí
te abrazo,
con toda la fuerza vital de mi
ser,
y soy la semilla de este tu
embarazo
que quiere en tus brazos de
madre nacer.
Mi ser es tan frágil como un
rayo de Luna.
La más leve sombra la puede
dañar,
todo me hace presentir que en
una noche
en tu vientre me van a matar.
Cuídate Mamita! Esos
festivales... y esas trasnochadas...
te hacen mucho mal.
Todo a mi me daña.
A los madrigales los queman los
soles de pasión fatal.
Cuando yo sea grande y tu seas
viejita
cubriré de rosas tu camino
verde.
Tu serás el cielo y yo la
estrellita
que en los blancos lirios de tu
sien se pierde.
Lámpara
encendida cerca de tu frente,
seré yo en las noches cuando
estés enferma:
de tus alegrías, yo seré la
fuente.
Y el que no se canse y el que no
se duerma.
Y cuando tu sufras y el dolor te
hiera,
con mis muchos besos secaré tu
llanto.
Te daré las flores de mi
primavera,
porque soy el hijo que te quiere
tanto.
Si tu amor me lleva hasta tus
rodillas
con mis puros besos besaré tu
boca.
Y oirás mis gritos y las
maravillas
que tendrán los tonos de mi risa
loca.
Pero... no me mates en tu misma entraña.
Déjame Mamita, déjame
nacer.
Retira muy lejos, lo que a mí me
daña.
Soy como el rocío del amanecer.
No soy un extraño.
No soy tu enemigo.
El amor más bello me engendró la
vida.
Soy tu propia sangre.
Tu mejor amigo.
Lo que tu cintura tiene
florecida.
Quizás tus amigos te dirán
que ahora destruyo tu vida,
rompo tu futuro.
Pero de tu noche, yo seré la
aurora
y de tus trigales, el trigo
maduro.
Desde lo profundo de tu ser
suspiro vago por tu sangre,
corro por tus venas.
Por el claro cielo de tus ojos
miro
y en todo tu cuerpo reviento
azucenas.
Desde tus entrañas, Madrecita
mía.
Te escribo esta carta,
la escribo llorando.
Tu respuesta espero... cuando
llegue el día...
Pero aunque me mates...
Yo te sigo amando!.
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